Al escuchar la palabra “jazz”, seguramente muchos
jóvenes la relacionan con un género anticuado, aburrido y desactualizado. Pero
la realidad, es que lejos de ser todo eso, es rico instrumentalmente, capaz de
transmitir sentimientos y emociones incluso improvisadamente.
La noche del sábado 10 de marzo, tuve la oportunidad
de asistir a un concierto de jazz en el Centro de Formación de la Cooperación
española, Antigua Guatemala. El concierto era al aire libre, con un escenario
perfectamente decorado con luces que resaltaban la belleza lo que un día fue
una iglesia y ahora son solo ruinas que decoran las calles de la bella ciudad
de Antigua Guatemala, Patrimonio Cultural de la Humanidad.
Durante el concierto, descubrí que este tipo de música
atrae a dos tipos de gente, que a pesar de ser diferentes, los une un mismo
sentir: el gusto por el jazz. El primero: principalmente gente mayor, que
simplemente prefiere un sonido instrumental a uno electrónico. Demasiado
puntual, al punto de ser los únicos que lograron obtener asiento. Disfruta de
un buen jazz al mejor estilo americano y un atuendo un tanto elegante. Por otra
parte, el segundo: jóvenes y adultos con un estilo de vida más relajado, que
siente pasión por la música y nada más, al punto de no importarles pasar el
concierto tirados en el piso o simplemente parados. La comodidad y la apreciación
al arte es lo principal.
Personalmente, me considero amante incondicional del
Jazz. Tener la oportunidad de asistir a este evento fue algo que le dio a mi
fin de semana un “toque” especial. Apreciar el talento de los músicos italianos
fue algo realmente indescriptible, en compañía de buenos amigos y rodeados de
la belleza de una ciudad antigua, fueron los ingredientes perfectos para
disfrutar de UNA NOCHE DE JAZZ
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