miércoles, 8 de febrero de 2012

Así preparo el espresso


Voy saliendo de la universidad, de la Facultad de Periodismo, estoy de camino hacia mi casa. De pronto el celular suena con esa música tan desorbitante pero que me hace reaccionar y salir de ese estado medio hipnotizado en el que estoy por el desvelo.
-         -  Aló
-        -   Aló, ¿Lula?
-        -  Sí, ¿Quién habla?
-        -  Soy Sonia, te llamo porque vine de México. Vine a Guatemala a traer una papelería que dejé aquí antes de irme, pero me voy el sábado y quería que nos juntáramos antes de regresarme
-        -  ¡Sonia! ¡No lo puedo creer! Claro que tenemos que juntarnos. ¿Te parece juntarnos a tomar un café?
-       -   PERFECTO…






Dos años sin vernos, y todo resumido en un café, en un espresso. Así pasa con cosas a veces simples, pero tan bellas de nuestra vida: reencuentro con un amigo, una reunión informal de trabajo, concretización de proyectos, remedio para el desvelo, desahogo de penas, y por qué no, para empezar bien el día. Todo esto, absorbido por esa pequeña taza.

Al mejor estilo italiano, el espresso es así, pequeño, pero fuerte…

“Dime cómo escribes y te diré quién eres…” De cierta forma me siento identificada con esa descripción y por tanto, así es lo que escribo. Mis mejores inspiraciones van siempre acompañadas de un ESPRESSO. Este será entonces, un espacio en el que las cosas de la vida entran a formar parte de un espacio virtual llamado Otro Espresso…



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