Voy
saliendo de la universidad, de la Facultad de Periodismo, estoy de camino hacia
mi casa. De pronto el celular suena con esa música tan desorbitante pero que me
hace reaccionar y salir de ese estado medio hipnotizado en el que estoy por el
desvelo.
- - Aló
- - Aló,
¿Lula?
- - Sí,
¿Quién habla?
- - Soy Sonia, te llamo porque vine de México. Vine a Guatemala a traer una papelería
que dejé aquí antes de irme, pero me voy el sábado y quería que nos juntáramos
antes de regresarme
- - ¡Sonia!
¡No lo puedo creer! Claro que tenemos que juntarnos. ¿Te parece juntarnos a
tomar un café?
- - PERFECTO…
Dos años
sin vernos, y todo resumido en un café, en un espresso. Así pasa con cosas a
veces simples, pero tan bellas de nuestra vida: reencuentro con un amigo, una
reunión informal de trabajo, concretización de proyectos, remedio para el
desvelo, desahogo de penas, y por qué no, para empezar bien el día. Todo esto, absorbido
por esa pequeña taza.
Al mejor
estilo italiano, el espresso es así, pequeño, pero fuerte…
“Dime cómo
escribes y te diré quién eres…” De cierta forma me siento identificada con esa
descripción y por tanto, así es lo que escribo. Mis mejores inspiraciones van siempre acompañadas de un ESPRESSO. Este será entonces, un espacio
en el que las cosas de la vida entran a formar parte de un espacio virtual
llamado Otro Espresso…
No hay comentarios:
Publicar un comentario