jueves, 16 de febrero de 2012

¿Cómo se mide la esperanza de un pueblo que no es de aquí ni de allá?


“El tamaño de mi esperanza es un manifiesto, una profesión de fe literaria dirigida a los criollos, a los hombres que en esta tierra se sienten vivir y morir, no a los que creen que el sol y la luna están en Europa”… 
Es así como una frase encierra todo lo que el escritor Jorge Luis Borges plasma en el libro titulado “El tamaño de mi esperanza”.

Con aires de revolución, de juventud, pero sobretodo, de patriotismo, Jorge Luis Borges hace un llamado a la identidad literaria de los pueblos americanos, para que no por idolatrar otras culturas menospreciemos la esencia de nuestro ser. Y es que este destacado escritor, supo enlazar cada momento de su vida y de la historia, a cada ensayo, cada verso y cada cuento:



Faltaban exactamente 4 meses para que se celebrara la última noche buena del siglo. Sí, era un 24 de agosto de 1899, cuando en la calle Tucumán 840 del barrio de Palermo, Argentina, nació Jorge Francisco Isidoro Luis Borges, quien llegaría a ser uno de los autores más destacados de la literatura del siglo XX. Nadie lo sospechaba, aunque de parte paterna siempre tuvo influencia en la poesía.

Es así como a los 4 años, Borges sabía ya leer y escribir, a los 6 escribe su primer relato, a los 9 su primera publicación en el diario El país y a los 15 se traslada, junto con su familia, a vivir a Suiza, en donde se ve influenciado por escritores expresionistas y simbolistas como Rimbaud,  Schopenhauer, Nietzsche, Chesterton, entre otros.

Hacia 1921, su familia se traslada a España, en donde influenciado por la Revolución Rusa, inicia a escribir temas políticos. Al año siguiente regresa a su ciudad natal, una vez instalado de nuevo en Argentina, escribe libros, publicaciones para revistas, poemarios, tangos y milongas. A partir de ese momento, inicia a escribir temas más filosóficos, arte narrativo y de opinión.

A finales de la década de 1930, una serie de sucesos trágicos se afilaron en su vida: la muerte de su abuela Fanny, la muerte de su papá, el inicio de una vida más independiente y responsable para con la familia, y un accidente que lo llevó al borde de la muerte por septicemia. Sin embargo, todo esto lo llevó a un momento de luz, en el que le permitió escribir una gran cantidad de relatos un tanto fantasiosos, pero de gran calidad.

En 1941, recibió el Premio Nacional de Literatura, en 1943 el Gran Premio de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE) y en 1944, recibe un premio aún mayor pero que no esperaba: conocer a Estela Canto, “una joven atractiva, inteligente, cultivada y poco convencional, que llamó su atención”, que aunque nunca fue un amor correspondido, le sirvió de musa para inspirar tantas obras literarias. En 1950, la  Sociedad Argentina de Escritores lo nombró presidente y para 1954, la obra de Borges, titulada “Días de odio”, fue llevada a la pantalla grande por el productor de cine Leopoldo Torre Nilsson.

Un momento de oscuridad se aproximaba a Borges. Tal como le había sucedido a su padre, también él estaba empezando a perder la vista, lo cual significaba que debía dejar de leer y escribir, mas no seguir con su carrera de escritor, ensayista y conferencista. Para 1960 él estaba ya completamente ciego, sin embargo, esto no fue impedimento para seguir escribiendo, pues decenas de publicaciones siguieron apareciendo.

En 1967, Jorge Luis Borges, de 68 años, contrae matrimonio con Elsa Astete Millán. Este matrimonio tuvo una duración de tan solo 3 años. Elsa estuvo en constantes conflictos con Doña Leonor, madre del escritor. Elsa describe a Borges como un hombre “introvertido, callado y poco cariñoso. Era etéreo, impredecible. No vivía en un mundo real”, lo cual hizo que para 1970 la pareja se hubiese separado.

Hacia 1975, Borges era ya un hombre jubilado, colmado de premios y reconocimientos, de obras y más obras. En este año muere la madre del escritor a los 99 años. A partir de ese momento, María Kodama, ex alumna de Borges, pasó a ser su secretaria y segunda esposa. Luego de su casamiento en Paraguay, se trasladan a vivir a Ginebra, en donde el 14 de junio de 1986, fallece a causa de cáncer hepático y enfisema pulmonar.


Algunas de sus muchas obras:

-       Cuaderno San Martín: libro de poemas publicado en 1929
-       El impostor inverosímil Tom Castro: cuento con temas del reconocimiento y la muerte
-       Hombre de la esquina rosada: cuento dedicado al escritor Enrique Amorim
-       Las ruinas circulares: cuento sobre las invenciones de un hombre imaginario
         El Zahir: cuento que explica el proceso de la escritura.

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*Imagen extraída de: http://eblogtxt.wordpress.com/2011/04/15/%C2%BFestaba-enamorado-borges-de-maria-kodama/






“El tamaño de mi esperanza”, un título realmente irónico… Sí, irónico pensar que algo tan grande como el deseo de Borges, representado en este libro, pudiese ser medido. Aunque para algunos probablemente utópico, lo cierto es que Borges se arma de valor para señalar directamente a cuantos por falta de valor o de identidad escriben “al son que les tocan” en este caso, de los europeos.

Al entrar a un centro comercial, seguramente encontraríamos con facilidad una librería dentro de él, o en el peor de los casos, una tienda de “de MUSEO”. Si nos dirigiéramos al fondo del pasillo, en la esquina más refundida, probablemente podríamos encontrar un libro que valga la pena leer y dedicar tiempo, disfrutar y compartir, de esos que pasan de generación en generación y su contenido sigue siendo trascendental. Lo que indudablemente encontraríamos en este tipo de librerías, sería una sección de libros llamada “de bolsillo”.

Lo triste no es llegar a esa sección, sino darse cuenta que algunos de los libros de esa sección, son ahora “Best Seller”. ¿Desde cuándo un libro Best Seller se convirtió en sinónimo de superficialidad? ¿Es que a caso estamos encaminados a dejar de lado la verdadera interpretación y análisis de la literatura pura? Con títulos como “Hijos del miedo”, “Cásate conmigo” y encabezando la lista: “Grandes chistes para chicos 3”. Afortunadamente tenemos el derecho a la libertad de expresión y eso incluye la diversidad de textos, pero es responsabilidad también de quien escribe, dejar un legado a la sociedad. ¿Están cumpliendo con esto los Best Seller del siglo XXI?

Por el contrario, en esta oportunidad, encuentro en la literatura de Borges un oasis de letras, y es aún más valioso, por darme cuenta lo difícil que es encontrar un libro de literatura escrito en forma literatura y no a manera de instructivo de televisor. En más de algún momento tuve que retroceder y leer de nuevo para poder comprender el texto, pero fue precisamente eso, lo que me hizo valorar el libro, pues descubrí que es así como sé que estoy leyendo la complejidad pura, que aprendo, porque viene de alguien que sus capacidades literarias están mil escalones arriba de las mías.

Y aún con esas capacidades de volver tan complejo un simple pedazo de papel, se preocupa en que a la vez sea accesible para todos, principalmente para su gente, quien tanta necesidad tiene de adquirir su propia identidad literaria, instruirse de forma correcta y crear nuevas formas de comunicarse. Como bien lo hace saber Jorge Luis Borges en su ensayo “El tamaño de mi esperanza”: “El idioma apenas si está bosquejado y de que es gloria y deber suyo (nuestro y de todos) el multiplicarlo y variarlo”

Finalmente, considero que “El tamaño de mi esperanza”, es como ese platillo tan delicioso que se deja de último para difuminar el mal sabor de una comida mal preparada, que en este caso representa tanta basura literaria que está ahora tan accesible, pero que gracias a ese manjar, el paladar queda satisfecho y con ganas de más.

La decisión es nuestra: Dejar que la literatura tome el rumbo que lo superficial desea, o hacer de ella una verdadera obra de arte. Si a caso usted lector, se inclinó por la segunda opción, "El tamaño de mi esperanza" es una buena opción para empezar a hacer de las letras una preciosa sinfonía...









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