martes, 1 de mayo de 2012

En búsqueda de la verdad


Mi abuela materna solía recordarme que “lo único seguro en la vida, es la muerte”. Y qué razón que tenía. A lo largo de la vida, hay situaciones tan impredecibles, que por más planificaciones que se hagan, no se pueden evitar. Lo que empezó como blanco, puede terminar en negro y viceversa.

Tan impredecible como la vida de Edith Stein, también conocida como Santa Teresa Benedicta de la Cruz, quien al haber nacido en el seno de una familia judía, poco podría imaginarse que terminaría siendo una filósofa, religiosa, mártir y santa. Pero no fueron precisamente estos deseos los que invadieron siempre el pensamiento de ella. Mas hubo uno que sí lo hizo: la búsqueda de la verdad.

“Quien busca la verdad, sea o no conciente de ello busca a Dios” repetía constantemente, convencida de que la verdad no puede permanecer oculta y de que es necesario “salir de sí mismo” y “adentrarse en el mundo”. Y Ella, a corta edad, se hace acreedora de esa verdad a través de su conversión, el estudio y las reflexiones personales que a la vez, la convirtieron en una gran filósofa.

Pero sin duda alguna, el papel que más me cautiva de esta mujer, es su capacidad de liderazgo sin temor a los prejuicios de la sociedad. Pues a pesar de las circunstancias y el contexto en el que su vida se desarrolla, no teme a intentar darle a la mujer un sentido de independencia en cualquiera que sea su profesión. Stein, era de la idea de que toda mujer sana, está capacitada para cualquier oficio y que “toda fijación innecesaria de papeles entre ambos sexos, debía ser eliminada”.

Y aunque en un principio, esa misma represión que existe en la mujer la lleva a ser una luchadora feminista, la permanente búsqueda de la verdad, a través también del cristianismo, le permiten entender que esa verdad no está en el machismo y tampoco en el feminismo, sino en la equidad de géneros, permitiendo así, que ambos sexos se puedan desarrollar plenamente realizando cualquier tarea.

Personalmente, hay ciertos pasajes de la vida de Edith Stein, que me hacen recordar a mi pasado. Al igual que ella, llegué a considerarme una feminista radical, al punto que cualquier gesto de cortesía que un hombre tuviese hacia una mujer, me parecía un símbolo de superioridad sobre la mujer y por tanto machismo. Yo quería cambiar esos conceptos.
Pero luego, cuando descubrí mi ferviente vocación al periodismo, descubrí que no puedo ir por la vida tratando de manipular lo que veo, especialmente al momento en que me toque ejercer. Por ejemplo: Lydia Cacho, una periodista mexicana dedicada a la investigación de casos que atenten contra la dignidad de la mujer. Aunque sus investigaciones y sus métodos son excelentes, ella se describe como una mujer feminista, y eso me hace predisponerme un poco a la hora de leer sus artículos, pues sé que una persona que persigue ese tipo de ideales, no puede ser objetiva.

Es por eso, que he descubierto a través de este libro, la importancia que tiene la búsqueda de la verdad. Una verdad que no es a medias, y mucho menos relativa. Una verdad que traspasa tiempo y espacio. Una verdad que no es a medias, y mucho menos relativa. Una verdad que traspasa tiempo y espacio, pero sobre todo, que proviene de Dios que es verdad absoluta.

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