“Detrás de un
gran hombre, hay una gran mujer” nos suele acostumbrar a oír la sociedad. Esta
popular frase que, para bien o para mal, sabe acoplarse a lo que hoy puede
llamarse parte de la “Historia de Nicaragua”.
Es así como se
inicia a narrar el papel que Violeta Barrios Torres hizo en dicho país. A los
25 años de edad contrajo matrimonio con Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, quien
a su vez, fue el principal luchador contra el régimen de los Somoza. Luchó por
un país libre e independiente, al punto de perder la vida, sin embargo, dejó un
gran legado de lucha y liderazgo, que fue indudablemente adquirido y superado
por su esposa.
Hasta donde mi
conocimiento abarca, no conozco ni un solo país de Latinoamérica que no haya
sido sometido a una dictadura. Tan ambiciosa como puede ser la política, que
llega al poder de quienes en su afán por poseer más (política, social o
económicamente hablando) se creen en el derecho de destruir una sociedad
democrática y autodenominarse omnipotentes. Pero este artículo no es para
criticar a ese tipo de personas, aunque cabe mencionar que es a raíz de
precisamente una dictadura, en este caso de la familia Somoza, en Nicaragua,
que surge la figura protagonista de la historia: Violeta Chamorro.
DETERMINACIÓN Y
VALENTÍA, son dos palabras que perfectamente describen a esta mujer, que, sin
duda alguna, representa cómo el género no influye en la capacidad de liderazgo
que una persona pueda tener, no solo frente a grupos pequeños como una familia,
sino también ante un país. ¿Qué fue lo
que realmente hizo que Violeta Chamorro obtuviera ese éxito en un país que se
ha caracterizado por años, por tener un machismo arraigado y sobre todo, en
unas condiciones políticas poco favorables?
Pues sorprendentemente,
no es el primer ni último caso en el que se puede observar cómo el periodismo y
la política tienden a converger en cierto punto. En este caso, se aplica a Violeta
Chamarro, quien luego de ser directora del periódico “La prensa”, la vemos
involucrada en un partido que competiría contra los Sandinistas, un grupo de políticos
rebeldes, que al igual que lo hacía el partido de Chamarro, buscaban derrotar
la dictadura. La diferencia, es que los sandinistas lo hacían con una ideología
totalmente distinta, eran declarados marxistas- leninistas.
Justo cuando
Chamarro comienza a involucrarse en la política, en otros países de Latinoamérica
ya habían salido a flote otros revolucionarios con la tendencia política de los
sandinistas. Esto produce una reacción en países como Estados Unidos, que al
verse levemente “amenazados” con un gobierno así, deciden apoyar a la
oposición, el partido Unión Nacional Opositora, UNO. Es así como en un momento
de penumbra, de represión, inseguridad social e inestabilidad política, el
liderazgo de esta mujer le permiten convertirse en la primera mujer presidente
de Nicaragua y de Centroamérica.
En pleno siglo
XXI, persisten criterios que impiden a una mujer obtener cargos que representen
poder o autoridad frente a otros. Sin embargo, tenemos grandes ejemplos dignos
de mencionar como lo son actualmente Dilma Rousseff, Cristina Fernández y Laura
Chinchilla. Todas ellas, mujeres que no han tenido miedo a los prejuicios de la
sociedad y han dado el paso a romper la brecha que por tantos siglos nos han
mantenido a las mujeres al margen, lejos de emprender con un papel protagonista
en la sociedad.
“Quien no conoce
su historia, está condenado a repetirla” nos recuerda la popular frase. Nos
enseña la importancia que recae en conocer y entender nuestro pasado, para no
cometer los mismos errores y avanzar en círculos. Pero también nos llama a
conocer y repetir las cosas buenas que se han hecho. Y por qué no, a las
personas que han logrado grandes cambios positivos en la sociedad.
Y si hablamos de
esperanza, la esperanza es lo último que se pierde, cuando descubrimos que no
somos solo nosotros quienes deseamos hacer un cambio en momentos cuando parece
que todo está perdido, que las cosas no están a nuestro favor y que lejos de
mejorar, pareciera que caemos en un hueco aún más profundo. Si darse por
vencido ante las adversidades fuera la mejor solución, seguramente la historia
de Nicaragua y me atrevo a decir, de Centroamérica, no sería la que hoy
conocemos.
Lo importante,
es no dejar que ese espíritu sediento de justicia, de igualdad, de superación y
de lucha por el bien, no desista nunca. Y personalmente, estoy en la
disposición de Pedro Joaquín Chamorro, de dar todo por el todo cuando el ideal
que se persigue es justo; al punto de dar la vida por la patria. A veces el
miedo nos aleja de lo que deseamos, pero cuando logramos vencerlo, somos
capaces de vencer cualquier obstáculo y lograr nuestras metas.
No es preciso
que debamos ser sometidos a una dictadura o vernos amenazados por el comunismo,
para que despertemos a tantas otras cosas que suceden a nuestro alrededor. HOY
es el momento para que entre nosotros surja, por qué no, una Violeta Chamorro,
capaz de enfrentarse a todo y demostrar que cuando los SUEÑOS DEL CORAZÓN se
persiguen, esos sueños se vuelven realidad.